lunes, 26 de septiembre de 2011

Damas en guerra


Damas en guerra, 2011


Dirigida por Paul Feig


Puede ser catalogada como película para mujeres pero, en mi caso, nunca vi una comedia así: la mayoría de las películas dirigidas a nosotras son románticas o dramáticas, de comedia tienen aditamentos pero no los gags, el lenguaje y la honestidad que tiene ésta.


Annie, una mujer de pasados los 30 años, está en un punto de inflexión de su vida: debió cerrar un negocio en el que invirtió todo su dinero, la dejó su pareja, tiene poco dinero, vive con un compañero que deja mucho que desear y para colmo Lillian, su mejor amiga, se casa y le pide que sea su dama de honor. Hasta ahí, a pesar de tanta negativa, todo normal: la cosa empeora cuando, en el festejo del compromiso, conoce a otra dama de honor: Helen, la nueva “amiga” de su mejor amiga quien no sólo tiene todo el dinero del mundo, sino que tiene charme, belleza, simpatía, don de gentes y sabe cómo organizar una boda. Pero hay más: Helen necesita ser el centro de atención y hacer todo a su manera, por lo que entre ella y Annie comenzará una disputa por Lillian. Como veremos a lo largo del film, no hay nada que el dinero no pueda comprar y la pobre de Annie, muy a su pesar, verá cómo Lillian se deslumbra con los excesivos detalles de Helen (ver para creer).


Seremos testigos, entonces, de cómo Annie y Helen luchan por hacer el mejor regalo, el mejor discurso, la mejor decisión en cuanto a vestidos y otras cuestiones, no obstante los obstáculos y sin tener en cuenta a nadie más que a ellas mismas. Las otras 3 damas de honor también harán lo suyo: una recién casada con el único hombre que ha conocido en su vida, otra casada y con dos hijos varones que no puede controlar y la tercera… Imposible de catalogar. Los hombres apenas se ven, pero están ahí, en el tapete. Lo que sí se ve, en todo el rollo, es qué clara la tienen las autoras del guión (Kristen Wiig –Annie- y Annie Mumolo): las mujeres no podemos ser, a veces, más insoportables y patéticas. Por suerte siempre está la posibilidad de la redención que, como toda película yanqui, llega al final.


Recomendable para mujeres y para hombres que se quieren reír. Mucho.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Oranges and Sunshine, 2010


Oranges and sunshine, 2010


Dirigida por Jim Loach




Si pensamos que hay cosas que sólo pueden pasar en Argentina, estamos equivocados. Hay otras, inimaginables, que pasan en Gran Bretaña: entre 1950 y mediados de 1970 este imperio envió más de 130.000 niños de entre 4 y 14 años de edad a sus colonias, especialmente a Australia; niños que estaban a su cargo a través del sistema social, niños que podían volver con sus padres y/o ser adoptados en su país. Les decían que sus padres habían muerto y les prometían naranjas para desayunar y días soleados; no fue lo que ocurrió: en la mayoría de los casos sufrieron abusos de sus cuidadores y eran obligados a trabajar a destajo en condiciones insalubres. Algunos niños, internos en un colegio religioso, tuvieron que construir con piedras, bajo el rayo del sol, las estaciones del Vía Crucis; qué ironía, ¿verdad?


Esta película cuenta la historia de Margaret Humphreys (interpretada con sensibilidad extrema por Emily Watson), una trabajadora social quien, en la década de 1980, descubre una conexión entre dos casos y termina dándose cuenta de que son miles: adultos nacidos en Gran Bretaña viviendo en Australia que han crecido sin saber nada de sus padres, creyéndolos muertos, pensando que habían sido abandonados. En su búsqueda de la verdad logra encuentros emotivos entre los familiares, pero también tanto dolor repercute en su salud; sin embargo, continuará en la misión aunque su voz intente ser silenciada por los grupos de poder.


Muy buena.